2007/11/28

34. asteko eguastena

MARIA LUISA URREJOLAren
HILETETAN


HOMILIA

Senideok: Maria Luisa zanaren aldeko otoitza Jainkoari zuzentzerakoan hausnarketatxo bat ere egin geike haren inguruan, batez ere Jainkoak berba egin deuskulako.

Batek baino gehiagok esaten dau gaur egun berari ez deutsola lebarik behin hil ondoren bere gorpuaz zer egiten daben. Baina hildakoa bere bizitzaldian maitea izan bada, haren etxekoei bai badeutsela lebarik zer esanagaitik baino ez bada ere. Baina baita senitartekoei, lagunei, eta abar; herri maila baten, etxekoak, lagunak eta ezagunak zelan-ha­lan­go ohikune edo erritoaz despeditzen direlako.

Gure egunotan bakotxak bere bizimodua egin gura izan arren, Jainkoak alkarregazko bizitzara eta alkar maitasunera deitzen deuskulako, hortxe barruan daroagu dei hori... Eta zein gauza ederra dan hildakoaren ingurukoei gure samin-agurrak adieraztea, haren aldeko otoitzean alkartzea, eta horrela norbere sinismena indartuta eta hartu-emonak gozotuta aurkitzea...

Liturgia urtearen azken egunetan gagoz, eta entzun doguzan irakurgaiak amaiera edo epaiari begira dagozela esan geike. Epai horretan, ona saritua eta gaiztoak bere gaiztakerien zorra ordaindu beharra izango dauala uste da. Baina hori gaingiroz baino begiratzen ez badogu ikusiko dogu. Irakurgaietara sinismenez eta otoitz giroan hurreratu ezkero, besterik ere aurkituko dogu.

Lehenengo irakurgaian agertzen dan fikziozko Baltasar erre­gearen harrokeria eta nagusikeria, geure artean ere ez ete doguz ikusten, senideok? Judeguak iraintzearren, hareen tenpluko edontzi sakratuak edozelan darabiz erregeak; eta hori dala-ta, ordaindu beharra izango dauala dinotso Danielek pisurik emoten ez daualako: txori-buru lez jokatzen dau.

Jokabide hori ulertzeko arrazoiak jarri deuskuz idazleak: itxurazko eta guzurrezko jainkoak gurtzen dauz, eta benetakoa iraindu; mozkortu egiten da eta ardura barik bizi da... Benetako Jainkoak beste bizikera batera garoaz: esker onezko eta alkar maitasunezkora.

Aintzat hartu daiguzan berbok: zenbat eta arinagoak, hutsagoak, pisugabeagoak garan, huskerietan murgilduta gagozan, hainbat eta amorru handiagoz irainduko doguz, ez bakarrik gure ingurukoak, Jainkoa bera ere bai baino. Eta zenbat holango ikusten eta entzuten dogun egunotan!; eta gero eta gehiago, ezta?

Badinosku ebanjelioan Jesusek bere jarraitzaileak aurrean erabiliak izango dirala; eta iraupenak emongo deutsela bizia. Eta gaur egun, senideok, gero eta gatxago egiten jaku Jesusen jarraitzaile izatea...

Senideok: heriotza baten aurrean txantxeta gitxi egin daiteke; isiltasun eta hausnarketa giroa izaten da nagusi. Sinismenean senide izan dogun Maria Luisa zanaren Aitaganatzea ospatzeko alkartu garenok, hartu daiguzan gogoan entzundako berbok, eta hausnartu daiguzan gure barruan, bizitzaratuz.

Aurkeztu deiogun Jainko Aitari Mª Luisaren  bizitza osoa, esker onez. Eta hartu daigun asmo sendoa besteak iraintzen eta zapaltzen barik, besteei zerbitzen eta besteen izen ona goraltzen bizi izango garela. Aldendu gaitezan irain guztitik, egin gaitezan alkarren zerbitzari, eta gogoztu daigun gure asmo hau zeru-lurren Jainkoa geure Jaun autortuz.

 

2007/11/20

Martes de la semana 33ª, año I

En el funeral de xxx, xxx y xxx

Lectura 1

 

Legaré un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar una muerte voluntaria por amor a nuestra ley

Lectura del segundo libro de los Macabeos 6,18-31

En aquellos días, Eleazar era uno de los principales maestros de la ley, hombre de edad avanzada y semblante muy digno.

Le abrían la boca a la fuerza, para que comiera carne de cerdo.

Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.

Algunos de los encargados, viejos amigos de Eleazar, movidos por una compasión ilegítima, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración.

Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño, y sobre todo digna de la ley santa dada por Dios, respondió sin cortarse, diciendo enseguida:

- ¡Enviadme al sepulcro! No es digno de mi edad ese engaño. Van a creer los jóvenes que Eleazar a los noventa años ha apostatado, y si miento por un poco de vida que me queda se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no me libraría de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar una muerte noble y voluntaria, por amor a nuestra santa y venerable ley.

Dicho esto se fue enseguida al suplicio.

Los que lo llevaban, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar, cambiaron en dureza su actitud benévola de poco antes. Pero él, a punto de morir a causa de los golpes, dijo entre suspiros:

- Bien sabe el Señor, dueño de la ciencia santa, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y que en mi alma los sufro con gusto por temor de él.

De esta manera terminó su vida, dejando no sólo a los jóvenes, sino también a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.

 

Sal 3, 2-3. 4-5. 6-7

R. El Señor me sostiene.

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«Ya no lo protege Dios».

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo.

Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor.

 

Evangelio

El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19,1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

- Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.

Él bajó enseguida, y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban diciendo:

- Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:

- Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.

Jesús le contestó:

- Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.

Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

 

HOMILÍA

Hermanos: Uno de los actos más humanos, tiernos y profundamente sentidos que realizamos en nuestra vida es éste de la despedida definitiva de nuestros seres queridos.

Y ya podemos estar alejados de Dios, o totalmente fríos en nuestra relación con él, que ello no impide que nos presentemos a Dios con confianza; acudimos a Dios con humildad, aunque también con cierta confusión. Dejémonos iluminar por su palabra.

No somos en nuestra opción de fe tan decididos como lo hemos visto que lo fuera Eleazar; ni tampoco los buscadores como el Zaqueo que nos ha presentado el evangelio. Pero sí hemos tenido la suerte de poder beber en las aguas de la fe que, en este momento, nos pueden purificar y revitalizar.

Aprendamos de Eleazar. Confesemos a Dios como la fuente de toda vida, y sepamos agradecerle toda la vida de nuestras hermanas difuntas xxx, xxx, y xxx. Y descubramos la satisfacción que produce haberla vivido de cara a Dios y como ejemplo a seguir para nuestros hijos y nietos, para los jóvenes que buscan modelos de identificación. Eleazar no quiso fingir: prefirió la muerte a alargar algunos días su vida, y engañar a los jóvenes. Porque está seguro —ha optado por ello— de que en la muerte se encontrará definitivamente con el Dios autor de la vida, que la plenificará por toda la eternidad. Podríamos caminar en la valoración de la fe, del diálogo con Dios para superar todas las situaciones de ridículo, de tibieza, de insipidez de vida...

Lo hemos visto en el personaje del evangelio: Zaqueo. Hombre acaudalado, está, sin embargo, falto de lo que lleva Jesús. Y acude a él, decidido.

Se encuentra, en primer lugar con la barrera que se interpone entre él y Jesús: la gente, además de su baja estatura. Pero no se arredra; enfrenta la situación; y, sin temor al ridículo, sube, como si fuera un crío, a una higuera. Y su acción se verá premiada.

Encontrarse con Jesús (algo que no lo hace la muchedumbre) supone para Zaqueo el cambio radical de su vida: una verdadera conversión. Ya sus riquezas no le asegurarán su disfrute y su poder; su destino serán otros fines. Ha entrado la salvación a su casa.

En torno a Eleazar se ve que hay quien toma en serio su relación con Dios que tiene su concreción en la observancia de la dieta y las costumbres, y quien lo toma a risa o es capaz de venderse al enemigo, y defrauda: Eleazar busca vivir la integridad como ejemplo para los jóvenes, futuro del pueblo. En la escena de Zaqueo vemos también lo que constituye la gente: una barrera. Pero, ¡atención!: salvable.

En este acto tan profundamente humano que estamos realizando, de la despedida de nuestras hermanas xxx, xxx y xxx, no nos contentemos con haber cumplido —que no es poco—. Seamos valientes, a ejemplo de Eleazar y de Zaqueo: decidámonos a vivir la fe sin titubeos ni fraudes, dando ejemplo a los nuestros; optemos por encontrarnos con Jesús, que es el único que puede plenificar nuestra vida. En su resurrección participan hoy nuestras hermanas, xxx, xx y xx. Agradezcamos a Dios los días que han vivido y pidámosle valor para responder a este encuentro con Jesús, su Hijo.

 

2007/11/12

urtean zeharreko 32. astelehena /I

IRENEren hiletetan


Jk 2, 23—3, 9
Sal 33
Lk 17, 7-10

 HOMILIA

 Senideok: kristau ohitureari jarraituz gura dogunean gure hilak Jainkoaren esku itzi, Jesukristoren Nekaldiak, haren heriotzeak eta Jainko Aitak ha bizteak inguratzen gaitu bizitza eta heriotzearen misterioan. Liturgiak laguntzen deusku gizakiaren misterio handi horretan barru murgiltzen. Eta hau uste onez egiten dogunean, Jainkoaren argitasunaz argituta eta itxaropenean indarturik agertzen gara. Hauxe izan dakigula, ba, Ireneren gorpuaren inguruan otoitzerako alkartu garan guztiontzat.
 
Itxaropenez beteriko hitzak entzun doguz lehenengo irakurgaian: Jainkoak betiraunerako sortu dau gizakia. Eta argitasun apur bat ere emon deusku gure arteko tira-birak eta makaltasunetiko mina eta penea, atsekabea, ulertzeko: Deabruaren bekaizkeriaz sartu da heriotzea munduan esan deuskunean.
 
Hortxe mutur bion artean garatuko da, ba, gure eguneroko bizitza: pozez eta zorionez jantziko dan bizitza; baina negarrik, minik eta atsekabe barik izango ez dana. Ez da egia, ba, sufritzeko jaio garana, edo heriotzarako. Jainkoagan sinisten dogunok badakigu bizitzarako, betiraunerako jaio garana, heriotzatik igaro beharra badaukagu ere.
 
Hauxe da autortzen doguna: bizitzarako sortuak izan garala; bizitza beterako. Batzuk, horraitino, ez dabe sinisten, eta barre egiten deutsoe hori sinistuz bizi izateari. Beste batzuk, bildurrez-edo, betiko bizitza hori euren ahaleginez lortu gura dabe.
 
Lehenengo irakurgaiarentzat zoroak dira hareik. Eta ebanjelioan Jesusek honeik bigarrenak argitu gura dauz, morroi ezerezak garala dinoskunean: egin behar doguna baino ez dogula egin uste izan daigula, morroien antzera, dinoskunean.
 
Bai, ba! Jesusentzat, Jainko Aitagan uste on (edo konfiantza) osoa jarrita daukan Jesusentzat, bai jaiotza, bai bizitzaldia eta baita betirauneko zoriona ere Jainkoaren maitasunaren eta errukiaren erregalo dira, eta ez gure ahalegin eta eginkizunen lorpen.
 
Hau argi daukanak ez deutse bere ahaleginari eta egintzei ezelango baliorik emoten; esker onez bizi izango da, dana Jainkoagandik itxaroten, eta haren ontasuna eta ondasun guztiak eskertzen, horri dagokion erako bizitza bat garatuz.
 
Hauxe da salmoan agertu doguna. Holangoei zintzoak deitzen jake, eta honeik betiraunean goratuko dabe Jainkoa. Eskatu daigun euren artean izan daitela gaurtik gure senide Irene ere.

 

2007/11/10

DOMINGO 32º DEL TIEMPO ORDINARIO /C


2Mac 7, 1-2.9-14
Sal 16
2Tes 2, 15—3, 5
Lc 20, 27-38

 

HOMILÍA (En el funeral de Javi)

Hermanos: la liturgia de hoy, en la que honramos a nuestro hermano difunto Javier, nos acerca a la cuestión humana más profunda haciéndonos reflexionar sobre las credulidades más superficiales que manejamos, como la de que al que madruga Dios le ayuda. Esto es: muy interesadamente hemos creído que a quien es fiel, reza, ayuda a sus semejantes y es cumplidor Dios le ayuda y le bendice y beneficia.

Ya 200 años antes del nacimiento de Jesús, el creyente y fiel se da cuenta de que es precisamente lo contrario: el que trata de ser fiel a Dios es vapuleado y perseguido hasta la muerte: lo hemos sufrido en la primera lectura. ¿Dónde queda la retribución temporal a la fidelidad? Y la reflexión, la oración, la fidelidad a Dios le lleva a este creyente a romper con las barreras del espacio y del tiempo, y abrirse a la trascendencia.

El evangelio nos ha dejado claro que es quien disfruta de riqueza, poder e influencias el que no puede ni siquiera pensar en la resurrección y la vida futura; la ridiculiza y se escuda en argumentos fútiles que Jesús desbarata en sus propios planteamientos.

Cuántas veces se oye en nuestro entorno que una vez muerto ya nada nos importa, ni con lo que hagan con nosotros ni lo que nos sobrevenga. Pero el comportamiento de los que quedamos dice bien lo contrario, pues no nos deshacemos del cadáver de cualquier manera, sino que le tributamos unas honras fúnebres, enterramos con dignidad el cadáver, adornamos su tumba, o lo incineramos y le tributamos otro tipo de homenaje, y lo recordamos en nuestras oraciones y, sobre todo, en el memento (o recuerdo) de los difuntos que hacemos en cada Eucaristía.

Pero ¿no os parece que estas costumbres tan humanas y tan solidarias y loables están dando paso a otras costumbres? Creo que vamos pareciéndonos poco a poco a la mentalidad representada en el evangelio de hoy por aquellos saduceos que disfrutaban de una situación privilegiada en aquella sociedad.

Hemos alcanzado cierta comodidad, cierta calidad de vida, cierto disfrute de los placeres mundanos y, colonizados por ellos, Dios se nos convierte en recurso de nuestros imposibles, o el aguafiestas que nos impone deberes que se verán premiados en el más allá pero nos impide disfrutar del más acá. Y preferimos esto último.

Pero la vida otra no es fruto de un empeñismo o un estoicismo que impida el disfrute de las mieles terrenales, sino precisamente fruto de la fuerza del amor.

Se lo hemos oído a Pablo en la segunda lectura de hoy: Dios nuestro Padre nos ha amado tanto que nos ha regalado consuelo permanente y una gran esperanza. Él nos da fuerzas y nos librará del malo.

Y lo vemos en Jesús. Él es la Buena Nueva; confía plenamente en Dios Padre; él es quien nos abre el camino para que podamos tratarle con confianza y con la esperanza de que un día nos acoja en su seno plenificando una vida que él la ha iniciado y en él tiene su plenitud, como hoy la de nuestro  hermano Javier. Merece la pena seguirle a este Jesús.